“Ahora, en el recogimiento impuesto, algunos oyen el reverbero
de su vacío interior.
En cambio, aquellos que fueron desierto en mitad del oasis,
recorren el mundo entero a través de sí.”
Rafael Lechowski
Las calles supuran un vaho melancólico,
son espejos de nuestra propia soledad.
La naturaleza arma preciosas barricadas
a los pies de mi ventana
y pelean dos palomas
por el último trozo de pan.
Sé que algo falta…
…pero no consigo poner nombre a este apacible vacío.
Sobre mi cama
un reloj reza
las horas
que necesitaba descansar.
Yo, me dejo envolver
en espirales colectivas,
ignoro el punto y su causa,
entiendo el regresar como una huida.
Las calles entonan su mustio canto
y se abrazan los bancos
y los balcones se convierten
en juzgados
y las farolas se transforman
a su antojo.
Sé que hago falta…
…pero no sé dónde.
En lo profundo de mis ojos
se acurruca un atisbo de esperanza
y cada mañana,
lo riego con gotas
de memoria.
Todos luchan contra el tiempo
pero el tiempo se les viene encima,
como una ola de dimensiones desmedidas,
como una melodía olvidada
que sólo los niños recuerdan.
Me alimento del oxígeno
que la rutina me reservó
y pinto ventanas en cuerpos extraordinarios.
Lo sé,
nunca pude vivir acorde al calendario;
hago mío el receso
y echo a volar poemas desde mi balcón.
Pablo Urizal a 31.3.2020
para entender el silencio número 31 me tengo que haber leído los 30 anteriores?