La gata duerme la siesta sobre la ventana de la cocina mientras mi madre cocina.

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Yo estoy fuera, sentado a la sombra de los nogales, escribiendo. Sobre la mesa tengo un par de libros y una taza de té.

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Escribo con las mismas manos con las que acaricio a la gata. Con las mismas manos con las que friego los platos.

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Hay tanto de nuez y de gato en mí, como lo hay de nogal y de gata en mí madre.

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Son humildes mis sueños, dejar crecer mi barba y volver a ver florecer a los nogales.

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Ya no quiero ser eterno. Lo que ahora quiero es que mis amigos no se mueran nunca.

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Autorretrato de Diego Tello Martín 20 de Abril de 2020, Aldea del Fresno

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 Al lugar más profundo

y desconocido

al que pueden llegar las palabras
es al corazón.

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El Libro de las Luciérnagas