Este libro es una suerte de recuerdos, incluso de aquellos que no he vivido.
Imágenes de la calma tras la tormenta, del silencio de los destrozos, madera rota y crujidos en la noche, la pausa permanente de la noguera centenaria caída, golpe en la cara de antigua sombra en verano, cobijo y refugio feliz que un día tuve la suerte de habitar.
Ahora leña, ahora serrín y polvo, memoria perenne en mi cabeza como las hojas de antaño ya perdidas. Este libro está hecho de nostalgia, pero con la seguridad de saber que el rayo de la tormenta más violenta no puede romper raíces enterradas; que aunque caiga el árbol, el arraigo persiste y que arde hasta las yemas de estos dedos que hoy dan vida a su recuerdo.
 
Paula Carrillo